En todas ellas, se divisan figuras de personas, animales, florones y palmetas trazadas con una técnica semejante a sus esculturas o relieves.
Son notables entre los mencionados ladrillos esmaltados, el del palacio de Nimrud (siglo VII a. C.) que hoy se halla en el Museo Británico, los del palacio de Sargón en Kórsabad (siglo VIII a. C.) y los célebres Friso de los leones y Friso de los arqueros del palacio de Susa (siglo IV a. C.), hoy en el Museo del Louvre.
Se distinguieron también los asirios y persas en la composición de mosaicos para pavimento con labores geométricas y de allí se importó su conocimiento a Europa al igual que de su cerámica esmaltada.
En China y Japón se cultivó la pintura a la vez que la escritura jeroglífica y de trazos caligráficos, desde varios siglos antes de la era cristiana.
Se fijan los artistas chinos en el contorno del dibujo y en la perspectiva lineal preocupándoles poco o nada el claroscuro y es característico en ellos el representar en un cuadro todas las variantes de una escena, repitiendo las figuras de los personajes en acción.