Éx 17, 11, Lm 3, 41, Sal 118, 48, etc.) El gesto también es mencionado en algunas obras de la antigüedad, como una carmina donde Catulo afirma que a Calvo no le quedaba más remedio que dirigirse a los dioses elevando las manos (Carm 53, 4-5).
También Virgilio narra que Anquises habría tendido las manos al cielo para pedir a Zeus (En II 687; véase también: En VI 314).
[2] Con este mismo sentido de sumisión a las autoridades políticas fue utilizado en los primeros sarcófagos paleocristianos y en las catacumbas.
Luego fue usada abundantemente para pintar o esculpir algunas figuras de historias del Antiguo y del Nuevo Testamento como Noé, Daniel, Susana, el ciego que agradece la curación a Jesús o el leproso en idéntica actitud.
[4] Por ello, autores como Fabrizio Bisconti sostienen que no se debe retirar fácilmente el sentido de plegaria que el tema tiene incluso cuando el contexto lleve a significados más profundos (relación salvador-salvado) o actitudes diversas (gratitud, alegría, etc.)