En el centro se encuentra san Pedro, viéndose igualmente a los santos Francisco y Antonio.
La escena se presenta en un gran edificio, lo que impide ver el paisaje de fondo claramente.
Al fondo, colores más claros y figuras sin tanto detalle.
El espacio es complejo, como sugieren las amplias columnas (entre las cuales, dos ángeles alzan una cruz sobre una nubecilla), y los diversos planos, las imágenes de los comitentes.
Al hacer esto, permitió un mayor sentido del movimiento a través de la pintura, anticipando con ello las técnicas compositivas más complicadas propias del arte barroco.