Poco después, inició su carrera humorística en Cholito, seguida en 1932 de colaboraciones en las revistas Pocholo y Jordi.
En 1941, ya acabada la guerra civil española, pasó a trabajar realizando cuadernillos monográficos, tanto de dibujo humorístico como realista.
Ese mismo año publicó, en Cuentos de Pocholo, las series El abuelo y La familia Tragaperas.
En esta época, su firma apareció casi en cada número de la revista TBO, en sus diferentes etapas, incluso cuando el semanario fue vendido por sus anteriores propietarios a Editorial Bruguera, en 1988.
Durante todos esos años continuó al frente de Los grandes inventos del TBO.