[2] Sin embargo, la ubicación del actual santuario fue elegida en torno al siglo XII, ya que la leyenda cuenta que cerca de allí, en una pequeña ermita ofrecida a San Adriano, vivía una persona que tenía una gran devoción por la figura de María, a la que dedicó numerosos sermones que fueron recibidos con gratitud por los vecinos de la zona.
En respuesta, los habitantes del pueblo construyeron una capilla en su honor, donde ahora se encuentra la iglesia actual.
[3] Cientos de peregrinos se reúnen aquí en busca de un remedio para sus dolencias, especialmente los afectados por enfermedades relacionadas con lo más malsano, como los hechizos, los meigres, los tolemas o las posesiones demoníacas, quizá una forma de referirse a enfermedades mentales o nerviosas poco conocidas.
De este modo, la religión y la brujería se mezclan en el mismo espacio como únicos culpables o remedios para las enfermedades para las que la medicina supuestamente no ha podido dar una solución o explicación.
En ese momento los creyentes frotan pañuelos contra los pies de la Virgen para cargarla con algún tipo de poder curativo o apotropaico, para llevar a casa y proteger a los enfermos cuyas enfermedades les impidieron asistir a la peregrinación.