Su función es la de proteger a la semilla del medio ambiente.
En casi todas las semillas, el micrópilo, a través del cual había penetrado el tubo polínico en el óvulo, persiste en forma de un pequeño orificio de la testa.
En las angiospermas, un funículo une la semilla a la placenta por el interior de la pared del fruto.
Al retirar la semilla queda una pequeña cicatriz o hilo que señala el punto de inserción del funículo.
La sarcotesta puede estar vascularizada y presentar aceites o desprender olor a ácido butírico, como en el caso de Ginkgo biloba.