Su descubrimiento fue sorprendente porque con anterioridad, los anomalocarídidos sólo se habían conocido de fósiles del Cámbrico, 100 millones de años antes.
[1] Los anomalocarídidos, como Anomalocaris, guardan relación con los artrópodos, aunque son muy diferentes a cualquier organismo actual, tenían un exoesqueleto segmentado con lóbulos laterales utilizadas para nadar, grandes ojos compuestos, y un par de grandes garras que se asemejan a la cola de una gamba.
El único espécimen fue descubierto en la cantera Bocksberg-Eschenbach en Bundenbach, y lleva el nombre del bandido Schinderhannes que frecuentaba la zona.
Su epíteto específico, bartelsi honra a Christoph Bartels, un experto en las pizarras de Hunsrück.
[1] El organismo claramente nadaba, y se propulsaría con los lóbulos del 11º segmento.