Del cuadro, inspirado en un grabado de Guido Reni, se conserva un boceto en colección particular madrileña dado a conocer por Alfonso E. Pérez Sánchez,[10] de composición más severa y equilibrada que la versión definitiva, en la que se acentúa el escorzo del santo y la iluminación cobra tintes dramáticos con su peculiar técnica de pincelada deshecha.
Palomino dice, a propósito de ello, y haciéndose eco, al parecer, de unas palabras del rey Felipe IV, que su pintura era «de poca fuerza, y que era menester mirarla junto a los ojos, porque lo hacía todo muy anieblado; pero con un capricho peregrino».
[11] Aunque Palomino afirma que Felipe IV le hizo su pintor, y refiere anécdotas de las visitas del monarca a su taller, no existe confirmación documental de tal nombramiento, sobre el que el propio Palomino parecía albergar dudas al añadir: «pero yo extraño mucho no haber visto pintura alguna suya en ninguno de los sitios reales, que las conozco muy bien; sí que entre particulares».
Pero la del pintor granadino no es la única influencia que en ellos se advierte, apreciándose en los tres restantes una aproximación a lo que se hacía en Córdoba por las mismas fechas y, en concreto, a la obra de Antonio del Castillo, a quien imita en el Nacimiento de Cristo colocado sobre la puerta de la sacristía.
Por el contrario, los fondos paisajísticos, con el horizonte muy bajo, apenas parecen suscitar su interés si no es para reforzar la tensión dramática con sus luces aniebladas, según la afirmación del biógrafo cordobés.
[15][16] Muy interesante por razones iconográficas es el San José con el Niño adquirido en 2009 por el Museo del Prado.
De procedencia ignorada, pero firmada «Sebast.us f. Giennii» y pintada probablemente en la década de 1650, a juzgar por la mayor precisión en el dibujo y la contención cromática, muestra a San José reteniendo la mano del Niño Jesús ante un cesto de mimbre con frutas, integrando así el motivo del bodegón, tratado con notable habilidad formal, en el relato de la Pasión, pues las frutas que san José quiere evitar que tome el Niño, vestido con túnica carmesí, son uvas y granadas, con significado sacrificial y eucarístico.