Las oraciones subordinadas no se pueden entender bien por sí solas.
Necesitan estar conectadas a la oración principal para tener un significado completo.
Técnicamente debería decirse que la relación de subordinación se da entre los núcleos sintácticos de ambas oraciones, ya que usualmente la oración subordinada de hecho es parte de la oración principal (en cambio el núcleo subordinado no es parte del núcleo principal).
Un ejemplo en español de oración compleja en la que existe subordinación es: Que no admite la permutación de núcleos, ya que esa operación da lugar a una oración agramatical: Esto contrasta con muchas oraciones en las que existe coordinación donde en general la permutación de núcleos conduce a oraciones gramaticales (aunque no necesariamente con el mismo significado): Las relaciones de subordinación pueden marcarse de diferentes maneras según el idioma.
Un procedimiento común es mediante unos nexos específicos; estos normalmente pueden omitirse eliminando la subordinación y obteniendo en su lugar yuxtaposición: "Pedro no vino porque estaba cansado" puede decirse también: "Pedro no vino.