Viento del pueblo

Este pertenece a lo que la crítica ha covenido en llamar su segunda etapa poética, considerada como poesía bélica y de urgencia.

[3]​ A este libro pertenecen poemas tan emblemáticos como Aceituneros (Andaluces de Jaén) y El niño yuntero.

Con ello se logra enfatizar los valores físicos y materiales para confirmar que la Guerra es una realidad tangible, que el texto no es meramente una composición literaria o un objeto fetichista.

Viviréis maloliendo, moriréis apagados: la encendida hermosura reside en los talones de los cuerpos que mueven sus miembros trabajados como constelaciones.

Ni tejieron la pana, ni mecieron los troncos, vientos del pueblo me arrastran, me esparcen el corazón impotentemente mansa, delante de los castigos: los leones la levantan y al mismo tiempo castigan con su clamorosa zarpa.