Parálisis de la abeja

Burnside en 1933 infectó abejas con fluidos procedentes de abejas enfermas maceradas, que previamente había filtrado en filtros retiene bacterias, con lo cual puso al descubierto que se trataba de un virus.

Fue diagnósticada en diferentes continentes: Europa, Asia y América, incluyendo México, Australia, Nueva Zelanda, China, Escandinavia.

Se ha sugerido que la sintomatología sea desencadenada por altas temperaturas en el interior de la colmena.

No existen drogas antivirales específicas hasta nuestros días,[6]​ pero trabajos experimentales han demostrado que tanto la oxitetraciclina y el azúcar común inhiben el desarrollo del virus, por lo que una opción sería el dar alimentación artificial con un jarabe conteniendo 300 mg de sal pura de oxitetraciclina.

Los criadores de reinas deberán evitar la consanguinidad en las cruzas para obtener abejas híbridas.