Se cree que el nombre de “Vitores” con el que es conocido hoy en día, se le dio progresivamente durante los dos siglos posteriores a su martirio, proviniendo de la palabra latina “victoria” y/o “vítores” (celebración o fiesta).
Tras sentir una llamada a vida más espiritual se convirtiere en ermitaño, instalándose en una cueva que él mismo labra cerca de Oña.
Con sus predicación consigue animar a muchos defensores cristianos de la comarca y convertir a otros tantos atacantes musulmanes, entre ellos Coloma, hija del rey de Gaza y futura santa mártir.
Delante de dicha localidad, como alienta a los cristianos para que resistan sin convertirse al islam, es crucificado.
Éste sería ocupado primero por dominicos y más tarde por franciscanos, que fueron obligados a abandonar el convento tras la Desamortización de Mendizábal.