Álvaro Rosell

[4]​ En febrero de 1881 fue nombrado conservador del Teatro Real,[5]​ cargo en el que permaneció hasta su muerte.

[7]​ Para sustituirlo se nombró a José María Ortiz Sánchez, pero la Real Orden por la que se le encomendaba continuar con el proyecto precisaba que debía hacerse «asimilándole al anteproyecto hecho por el arquitecto D. Álvaro Rosell, procurando en lo posible utilizar las construcciones que había ya ejecutadas».

[10]​[11]​ Levantado en parte del solar primitivamente ocupado por el Palacio del Buen Retiro, en terrenos desgajados del parque que habían quedado sin urbanizar tras la ruina del palacio, Rosell solicitó al ayuntamiento en agosto de 1885 se le diese autorización para adelantar en nombre de varios propietarios los gastos de desmonte y apertura de las calles en que trataban de edificar sus hoteles, para poder iniciar las obras de construcción, trabajos de desmonte con los que, según exponía en su solicitud, se daría ocupación «en estos críticos momentos, a numerosos braceros sin trabajo, que se hallan por consiguiente sin recursos y expuestos al contagio colérico, exponiendo a su vez, a sus familias», si bien el ayuntamiento debería devolver el dinero adelantado por los propietarios de los terrenos cuando pudiese consignar en sus presupuestos dichos gastos.

[12]​ Rosell patentó además una máquina de su invención para elevar agua,[13]​ sobre la que publicó un opúsculo con el título Movimiento y trabajo continuo,[14]​ y pronunció en el Ateneo de Madrid la conferencia titulada «Disquisiciones conducentes a demostrar que la gravedad es el motor preferente».

La respuesta del Negociado de Industria, no obstante, fue contundente: aunque sin el aparato en cuestión ni planos detallados era imposible formar un juicio exacto, el aparato según lo describía el inventor no se basaba en principios científicos y, al contrario, estaba en contradicción con ellos, «según así lo reconoce y expresamente lo declara al decir que ha sido base de su estudio la idea de que algunas máquinas aumentan el trabajo que se les confía, y esto contradice principios elementales de mecánica tenidos como axiomas».

Álvaro Rosell. Fotografía sobre papel de albúmina de J. Laurent . Biblioteca Nacional de España