Al graduarse del Seminario fue asignado como profesor de latín y gramática española.
Durante la primera mitad década de los 40 conocerá al crítico literario Guy Pérez-Cisneros y participará en varias empresas editoriales como la revista Espuela de Plata,[3] y la revista Nadie Parecía[4] en la que oficiará como codirector junto a Lezama.
Durante este tiempo conocerá al grupo de escritores que integrarán el núcleo del proyecto origenista, Gastón Baquero, Cintio Vitier, Fina García Marruz y Eliseo Diego.
Cintio Vitier abordará su figura en su libro Lo cubano en la poesía publicado en el año 1958.
En 1957 es trasladado a la parroquia del Espiritu Santo en La Habana y allí auspiciará una restauración del baptisterio y la realización de un nuevo sepulcro para el obispo Jerónimo Váldez culminado en 1961.