Tolkien creó esta medida del tiempo para superar la dificultad de aplicar una cronología a un mundo ficticio en el que (aún) no existían el Sol u otros astros; y mantuvo su uso incluso para la descripción de acontecimientos en épocas que ya disponían de otros ritmos fijos con los que establecer la duración del año: los años de las Lámparas, los de los Árboles o los del Sol.
Sin embargo, aunque se supone que los años valianos siguieron contabilizándose en Aman tras el primer amanecer, Tolkien no proporciona ninguna fecha en años valianos tras ese punto, por lo que los acontecimientos de Beleriand narrados en El Silmarillion o los de la Tierra Media narrados en El hobbit o El Señor de los Anillos se cuentan en otras medidas de tiempo.
Al contrario que otros calendarios creados por Tolkien para ambientar su legendarium, el valiano no llegó a tener una forma completa y definitiva.
Algunos estudios sugieren que esas nuevas duraciones serían demasiado largas si se aplicasen directamente a las fechas existentes, por lo que la nueva definición debiera entenderse como una nueva medida completamente diferente a la previa, y no aplicable, por tanto a las fechas anotadas en borradores previos de los escritos de autor.
[3] Otros autores opinan que Tolkien describe el tiempo como si fluyera más lentamente en Aman, de modo que un año valiano «se sentiría» como el paso de un único año solar, a pesar de tener una duración «real» mucho mayor.