Debió reprimir, en tal condición, una conjuración republicana que se había originado en las filas de la escuela.
Tomó parte en varios combates durante la conquista de Argelia, donde no siempre se desempeñó con el mayor éxito.
El príncipe Luis Napoleón Bonaparte, presidente de la República, lo envió a Roma como general en jefe del ejército de ocupación y embajador extraordinario en 1849.
Su acción y las armas que comandaba restauraron en el poder al papa Pío IX, arrojado de la capital italiana por la revolución liberal de 1848.
Reemplazó en 1851 al general Changarnier como comandante del ejército de París.