Ad salutem humani

Comienza el papa recordando cómo Jesús asiste a su Iglesia

Continúa la encíclica recordando las alabanzas que los papas -desde Inocencio I a León XIII[3]​- han hecho del santo y cómo se han apoyado en sus enseñanzas para defender la fe.

Expuso también cómo ha de entenderes la Santísima Trinidad, aunque su misterio se mantenga ante la fe.

Tras haber expuesto las enseñanzas de San Agustín, la encíclica recuerda su virtud heroica en el ejercicio de su misión pastoral, que centrada en su diócesis, no olvida a toda la Iglesia, y en especial a la asentada en el África romana.

Ante todo como hacía compatible su actividad pastoral, con una intensa vida interior; la fuerza con que combatía el error, y la caridad y comprensión hacia los que sostenían esos errores.