En efecto, fue nombrado arzobispo tras la muerte de Liupram en el 859 y marchó al punto a Roma en la primavera del 860 para recibir el palio.
Luis el Germánico, rey de Francia Oriental, premió esta labor misionera con numerosas donaciones.
Sin embargo, no pudo oponerse a la actividad evangelizadora de los hermanos Cirilo y Metodio y, en particular, al nombramiento del segundo como arzobispo de Sirmio (Panonia) por el papa Adriano II en el 870.
Así pues, lo hizo apresar poco después, con la ayuda del obispo de Passau, Ermenrico.
Metodio pasó tres años encerrado en un claustro (en Reichenau o Ellwangen) hasta que el papa Juan VIII ordenó su liberación en el 873.