[1] Provenía de una larga familia de eruditos y eclesiásticos, de la que podemos mencionar por ejemplo al historiador Román Bravo Riesco (1865-1942), también sacerdote, o al bibliógrafo Fulgencio Riesco Bravo (1881-1966), o el paleógrafo Ángel Riesco Terrero.
Agustín, hombre muy culto aunque algo extravagante, de prodigiosa memoria, quizá eidética, se licenció en Filosofía y Letras y se ordenó sacerdote en 1920.
Más tarde su sobrino José Román Bravo Díaz, egregio latinista, completó la traducción de las comedias plautinas.
Como ya se ha dicho, fue catedrático de lengua y literatura del instituto de Cáceres, en cuyo hotel Álvarez mantuvo una tertulia junto con el también sacerdote Casimiro García García y otros, y colaboró además en la revista cacereña quincenal Cristal, cuyo primer número corresponde al 1 de noviembre de 1935 y en la que también participaban José Ibarrola, Miguel Ángel Ortí Belmonte, Antonio Hernández Gil, Pedro Lumbreras Valiente, etc.
[2] Adscrito al bando franquista, publicó obras en defensa del mismo, como Estampas vivas de una España inmortal (Salamanca, 1937) y algunos folletos.