[1][2] Aibert rezaba por la noche y siempre que había un lugar privado se ponía a orar.
[7] Construyó una ermita en el bosque donde buscaba la guía espiritual y realizaba curaciones.
[2] Se le relaciona con el Rosario, que no existía aún, por su veneración a la Virgen.
Se dice que recitaba 150 veces el Ave María (una por cada salmo) «con 100 genuflexiones y 50 postraciones».
[8] Al volver del bosque, fue ordenado sacerdote por Burcardo, el obispo de Cambrai.