Ambos ansiaban con locura su amor, pero ella les dijo: -Sólo sucumbiré ante vosotros si adoráis los ídolos de mi pueblo.
Los ángeles no aceptaron pecar contra Dios y AI-Zuhara se marchó.
Días más tarde regresaron a su casa y nuevamente le suplicaron sus favores.
Una tercera vez insistieron a la diosa, y ya vencidos por el deseo, consintieron en beber vino con ella (Al-Rabi b. al-Atas agrega que también adoraron un ídolo).
En cuanto a AI-Zuhara, durante la borrachera de los ángeles la bella diosa logró sacarles las palabras mágicas necesarias para ascender al cielo y en cuanto estuvo sola las pronunció y se elevó hacia el firmamento, por el cual deambuló entre las estrellas.
Así que Dios la transformó en una estrella, fijándola a la bóveda del cielo, donde permanecerá hasta el fin de los tiempos.