Se denominaba alcaicería al lugar de las ciudades de al-Ándalus, donde se autorizaba a comerciar, al por mayor, con seda bruta.
La etimología del término no es clara, si bien se atribuye al hecho de que el emperador Justiniano concedió el derecho al comercio de la seda a los pueblos árabes.
Conociéndose al emperador entre los árabes como qaysar (Caesar = César), evolucionó hasta Al-qaysar y de ahí a Alcaicería o Alcacería.
Sigue siendo una zona comercial próxima a la Catedral y conserva rasgos de los zocos árabes y algunos recuerdos de la bulliciosa actividad del mercado de la seda nazarí.
En Sevilla, por otra parte, también una calle conserva ese nombre al encontrarse en el emplazamiento primitivo de una de las dos alcaicerías con que llegó a contar la ciudad: la de cacharros y loza, próxima a la primera mezquita principal que se construyó, y la de sedas, telas y tejidos, anexa a la nueva que se erigió, actual catedral.