Alfonso de Fonseca y Acevedo.
Estudió Teología y Leyes en su ciudad natal, para ser canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela con apenas 15 años, en la que más tarde fue arzobispo.
Carlos I lo nombró miembro del Consejo Real.
En 1523, su amistad con el rey le permitió acceder a ser nombrado arzobispo de la archidiócesis de Toledo, en sustitución del fallecido y poderoso Cardenal Cisneros.
En los once años restantes destacó por su intensa labor en beneficio del establecimiento de centros educativos en toda Castilla y por ser un exponente del mecenazgo renacentista.