A juicio de los cronistas era "alto, lampiño y con tres lunares en el carrillo derecho".
Posteriormente regresó a Salamanca y en los últimos años del siglo XVI estaba matriculado en su Universidad, matriculado como presbítero teólogo.
En 1609 salió para Nueva España acompañando al vicario general, el mercedario Antonio de Mendoza.
Al año siguiente, el cronista mercedario Alonso Remón se hizo eco de las circunstancias macabras del martirio, en cuyo relato incluye unos versos que narran el suceso: Su imagen llegó a recibir culto algunos años en la iglesia de los mercedarios de Barcelona.
Se conocen dos retratos de este religioso: uno de ellos se conservaba en su villa natal y actualmente se encuentra en paradero desconocido; una fotografía del mismo fue publicada en Madrid, en la revista La Merced.