El velo parcial que cubre el cuerpo fructífero joven se convierte en un anillo en el pie al alcanzar la madurez.
El sombrero presenta verrugas blancas que suelen ser frágiles y se lavan fácilmente con la lluvia.
Estas verrugas se distribuyen de manera aleatoria, aunque tienden a concentrarse más en el centro.
[1] Las láminas son adnata o ventrudas y blancas; están muy juntas, con poco espacio entre ellas.
Las impresiones de esporas son blancas[2] y el hongo no tiene un olor distintivo.
[3] Las esporas de Amanita gemmata son delgadas, elipsoides y no amiloides.
[1] El tejido de las láminas es divergente: las células están más o menos paralelas cerca del centro de la lámina, pero se curvan hacia afuera cerca del extremo.
Las hifas del estrato central son más delgadas y típicamente cilíndricas.
[5] En 2005, el micólogo Rod Tulloss describió Amanita aprica, una especie que ha sido confundida varias veces con A. gemmata en el pasado.
[4] Neville y Poumarat sugieren que el nombre A. gemmata persiste en colecciones mediterráneas debido a su frecuente aplicación errónea histórica a la especie italiana A. gioiosa, que no fue descrita como una especie distinta hasta 2004.
[11] La autoridad en el género Amanita, Rodham E. Tulloss, considera que A. amici (publicada por Claude Casimir Gillet en 1891) es sinónima de A. gemmata, ya que las características macroscópicas de la primera se encuentran dentro del rango esperado para la segunda.
[4] Tulloss la agrupa en una stirps (una categoría informal superior al nivel de especie) junto con A. russuloides y A.
Está ampliamente distribuida (como un grupo de especies relacionadas, no la especie exacta Amanita gemmata) en América del Norte, donde se ha documentado tan al sur como Ixtlán de Juárez, México.
En 1980, Largent y colaboradores documentaron asociaciones micorrícicas de A. gemmata con Manzanita (Arctostaphylos spp.)
Por lo general, los síntomas de intoxicación aparecen dentro de las tres horas posteriores a la ingestión del hongo e incluyen alucinaciones visuales, náuseas, vómitos, dolor abdominal, diarrea, ritmo cardíaco irregular y lento, y agitación.
En casos graves, aunque extremadamente raros, puede haber coma, convulsiones o incluso la muerte.