Después de visitar muchas academias en Italia y Francia, fue nombrado profesor en Siena en 1508, y tuvo entre sus alumnos a Giovanni del Monte, más tarde Papa Julio III, y a Sixto de Siena, un judío converso que estimaba a su maestro, pero criticaba severamente algunos de sus escritos.
Fue un tenaz defensor del catolicismo contra Martín Lutero y sus seguidores; y tuvo una destacada participación en las discusiones del Concilio de Trento, al que fue llamado por su antiguo alumno, el cardenal del Monte, legado de Pablo III.
Pallavicino y otras autoridades declaran que el Concilio de Trento no condenó sus singulares opiniones.
Según Échard, se arrepintió hacia el final de su vida de la vehemencia con la que había combatido al cardenal Cayetano y al padre Domingo Soto.
Sus principales obras (para lista completa ver Echard) son: También publicó numerosos opúsculos, por ejemplo, sobre la Providencia y la predestinación, sobre el estado de los niños que mueren sin bautismo, sobre dar la comunión a los niños pequeños, sobre el celibato, sobre las Escrituras y su traducción a la lengua vernácula.