El protagonista, sin nombre ─el autor lo llama «notre héros» («nuestro héroe») a lo largo de toda la novela─, tiene treinta años, es soltero y se gana bien la vida trabajando para una gran empresa en la que desempeña un cargo medio alto como analista programador informático.
Algunos de estos perdedores se resisten a caer en el abismo existencial en el que cae el protagonista.
Sin embargo, el desencanto siempre tiene lugar, como si fuera imposible o ridículo implicarse con el mundo.
Resignado, el narrador se coloca definitivamente fuera de esa batalla, recluido en una nostalgia adolescente, a veces pensando en el suicidio como única salida posible.
Varios años después, Houellebecq publicaría «Plataforma», en la que, por el contrario, el protagonista alardea de los beneficios del turismo sexual entre adultos con consentimento.
Este rechazo del psicoanálisis también es propio de Houellebecq, quien considera charlatanes a los psicoanalistas, que basan su razonamiento en especulaciones.