Pasó por instituciones de renombre como Brighton School y Cambridge University durante sus estudios para finalmente dedicarse profesionalmente a la escritura.
Los Levy eran intelectuales e igualitarios, y se consideraban tanto ingleses como parte de la comunidad semita.
A la edad de 13 años, Amy reseñó el poema feminista Aurora Leigh de Elizabeth Barrett Browning, y a los 14, publicó un ensayo sobre el bíblico David que refleja su temprana consciencia judía y femenina.
La directora del centro había sido una de las cinco primeras mujeres licenciadas en Cambridge.
Debido a su carácter independiente, intelectual y moderno, supuso un modelo para Amy; la cual la amó en secreto.
Publicó una larga carta sobre la importancia del trabajo remunerado para las mujeres; y en 1879, obtuvo las altas calificaciones necesarias para poder estudiar en la Universidad de Cambridge (que en 1872 había suprimido el cuestionario religioso que dificultaba el acceso a los judíos).
Gracias a su biografía Amy Levy: her life and letters, escrita por Linda Hunt, se sabe que la decisión de abandonar Cambridge fue tras el éxito de su primer poemario publicado, Xantippe and Other Verse, momento en el que optó por ser escritora profesional.
Ese otoño, con 20 años, comenzó un viaje por Europa que le aportaría diversas experiencias vitales.
En Dresde Amy escribió varios poemas, esbozó una novela que dejó inacabada y siguió estudiando por su cuenta.
Influida por esta, Eleanor fue el único miembro de la familia Marx que reivindicó su origen judío.
Sin embargo, Amy no compartía las ideas socialistas de su amiga; pero sí la tendencia a la depresión.
A finales de 1885, ingresó en un club en que se debatía sobre arte y literatura, formado tanto por hombres como por mujeres.
Además, conoció a la escritora Violet Page, quien, sabiendo que «nadie la tomaría en serio con su nombre de mujer», usaba el seudónimo masculino Vernon Lee.
Amy acudía allí y se basó en él para escribir su novela The Romance of a Shop.
Amy estaba enamorada de Dororthy Blomfield; pero abandonó toda esperanza con ella, adelantándose así a su probable rechazo.
Ese año fue de mucho trabajo e intensa vida social: escribió su tercera novela, Miss Meredith (sobre una preceptora inglesa en casa de sus aristócratas toscanos) en solo seis semanas y visitó frecuentemente a sus hermanas, a Clementina Black y viejas amigas judías.
A Clementina Black legó sus libros, cartas y manuscritos; así como sus derechos de reproducción.