Ana Catalina Gonzaga de Mantua

A pesar de su noble posición, Ana Catalina fue criada en un piadoso hogar católico, y su madre Leonor tenía mucha simpatía por la Bienaventurada Virgen María.

La leyenda dice que cuando era una bebé, sus padres le daban un rosario a Ana para calmarla.

A eso de los 5 años, Ana Catalina se enfermó gravemente y casi murió.

A los 9 años, se dijo que Ana Catalina habría tenido una visión de la Santísima Virgen María.

En 1580, el archiduque Fernando II de Austria perdió a su esposa, Filipina.

Por su parte Ana Catalina era una esposa sumisa que se preocupaba por Fernando a lo largo de varias enfermedades.

Pero Ana Catalina tomó este tiempo para redoblar su devoción a Dios y María.

Sin embargo, a raíz de su muerte, ella sustituyó la corona por un velo negro y llevaba un rosario alrededor del cuello.

Su habitación era bastante simple, la cama hecha de madera muy dura, con una delgada sábana para cubrirse.

Ana se dio cuenta de que debía destinar su considerable riqueza a los demás, y por eso se dio grandes sumas a la Iglesia para los pobres, manteniendo algunos por su propia familia.

Muchos asesores personales consideraron que sería agotar los recursos del palacio.

Su cuerpo se cubrió de llagas y quedó postrada en cama, con los médicos que temían lo peor.

Después de una misa personal celebrada para ella en su habitación Ana Catalina supuestamente tendría otra visión en la que la Virgen María se le apareció, asegurando su protección.

En 1693 un proceso para su canonización fue abierta por el entonces obispo de Bresanona, el conde Johann Franz von zu Khuen Liechtenberg.

Ana Catalina en su viudez.