Militó en la Juventud Vasca bilbaína, donde fue vocal de su junta directiva (1904).
Fue neutral durante la división del partido entre el grupo Aberri y la Comunidad Nacionalista Vasca.
En 1930 firmó el Manifiesto de San Andrés, que se convertiría en el manifiesto fundacional de Acción Nacionalista Vasca, junto con otras personalidades, destacándose Luis Urrengoetxea, Justo Gárate y Tomás Bilbao.
Posteriormente se centró en su labor historiográfica, residiendo largas temporadas en Cataluña.
Después de la guerra fue detenido por los Franquistas y juzgado, perdiendo todos sus bienes.