La cuidadora, que estaba oficialmente «loca», acusó a Anna Schwegelin de haber dicho durante su cautiverio frases inadecuadas, frases como «mejor con el demonio, que estar cuidada en esta casa».
El príncipe abad poseía, gracias a un privilegio imperial, potestad tanto espiritual como terrenal (Campidona sola judicat...).
Te entregamos, Anna Schwegelin, al verdugo para ser llevada de la vida a la muerte en la hoguera por bruja».
Aunque, como «merced benéfica» se la decapitó antes de entregar su cuerpo a las llamas.
Según investigaciones modernas, la sentencia no se llevó a cabo y Maria Anna Schwegelin fue perdonada.