Antipsiquiatría

La crítica puede apuntar a la psiquiatría como ciencia, como área de la medicina o como sistema asistencial para personas que sufren dolencias mentales.

En tal caso la tendencia antipsiquiátrica se enmarca en el concepto más amplio de psiquiatría social.

Muchos «antipsiquiatras», especialmente quienes tienen formación en medicina y psiquiatría, aún en los casos en que sostienen posiciones críticas radicales, tanto de la institución como de las teorías psiquiátricas, prefieren distanciarse del término «antipsiquiatría», por las asociaciones peyorativas que a veces conlleva.

Estos procedimientos se usaron ampliamente en psiquiatría, aunque hubo mucha oposición y cuestionamientos morales por los efectos nocivos o por la mala aplicación técnica.

En la década de los cincuenta se diseñaron en laboratorios nuevas drogas, especialmente el antipsicótico clorpromazina, las que gradualmente suplantaron a los tratamientos más controvertidos.

Aunque inicialmente se aceptaron como un avance, pronto hubo también oposición, debido a los efectos adversos observados tales como la disquinesia tardía.

Los principales exponentes de este movimiento son los psiquiatras italianos Franco Basaglia y Giorgio Antonucci.

Laing y Cooper señalan que su principal interés es intervenir con la persona diagnosticada como esquizofrénica mediante un tratamiento particular llamado psicoterapia radical y enfatizan que las causas del estado mental se encuentran principalmente en las condiciones de la estructura de los vínculos familiares.

En este contexto se postuló que la esquizofrenia podía entenderse como una lesión en el yo interno infligida por padres demasiado intrusivos psicológicamente («esquizógenos»).

La enfermedad no es un mito, pertenece a lo físico y el estado mental de la persona se relaciona con su propia existencia.

La novela Alguien voló sobre el nido del cuco se convirtió en un best seller y la excelente adaptación cinematográfica, ganadora de cinco premios Óscar en 1975, causó notable impacto en la opinión pública, abriendo un debate sobre los procedimientos de medicación forzada, la lobotomía y el electroshock usados para controlar a las instituciones psiquiátricas.

En los años setenta el movimiento antipsiquiátrico estuvo involucrado en restringir muchas prácticas vistas como maltrato psiquiátrico.

Asimismo, hubo acciones legales de activistas que se fusionaron con el movimiento, como la lucha por los derechos humanos y las personas con discapacidades.

Los pacientes de salud mental demandaban que podían curarse completamente y anhelaban empoderamiento en la propia vida.

Algunos psiquiatras que no aceptan el modelo médico de los trastornos mentales, como Peter Breggin, sostienen que el etiquetar a los niños inflige una humillación adicional e innecesaria, lesionando la autoestima de quien ya ha sido traumatizado.

La enfermedad, en cambio, debe tener, por definición, una etiología conocida, una causa bien definida que está provocando directamente los síntomas.

Concretamente, desde el enfoque conductual, la conducta psicopatológica y la normal se aprenden mediante los mismos procesos.

Como se evidencia desde la controversia de la biopsiquiatría, esto hace que la psiquiatría sea poco "falsable" (véase Karl Popper).

[cita requerida] La fiabilidad hace referencia a la consistencia de "medir siempre lo mismo" o "estar midiendo algo constante", pero la fiabilidad por sí sola puede implicar que personas con el trastorno queden fuera de esa medición o personas sin el trastorno queden dentro.

Así, por ejemplo, unos ítems (criterios del trastorno, en este caso) que permitan medir con una alta fiabilidad el "Trastorno histriónico de la personalidad" no implica por sí solo que la categoría psicopatológica esté fundamentada en profundidad con una alta "validez de constructo".

Los trastornos psiquiátricos han sido definidos antes de la extensa investigación en psicopatología y variables orgánicas.

[cita requerida] También hay problemas al usar criterios diagnósticos estandarizados en diferentes países, culturas, géneros o grupos étnicos.

Los psiquiatras afirman que buena parte de esos medicamentos tienen una eficacia probada al mejorar y tratar diversos trastornos mentales.

El cerebro es algo parecido a una compleja sopa neuroquímica, donde cada neurona se ve influida por la acción de otras miles en porciones tiempo realmente cortas.

[17]​ Sin embargo, según el activista de salud Vernon Coleman, la práctica se encuentra ahora más limitada.

[21]​ Los psiquiatras suelen ofrecer testimonio sobre si un sujeto se encuentra mentalmente enfermo para enfrentar un juicio, la así llamada "defensa por insania".

Desde los años sesenta Szasz ha contendido que, como la enfermedad mental es un concepto incoherente, la defensa por insania debiera abolirse.

Recuérdese que la psicopatología tiene competencias en este menester, por ejemplo al definir qué tipo de percepciones o pensamientos son "normales" o "anómalos-psicopatológicos"; lo cual es algo independiente a poder clasificarlos a modo de trastornos DSM.

En contraste con la visión de Hollywood sobre los esquizofrénicos, la gente perturbada generalmente no es más propensa a la violencia que los individuos cuerdos (Monahan, 1992).

No obstante, recintos del tipo de Soteria houses se encuentran floreciendo en Europa, especialmente en Suecia y en otros países europeos.