Peter Neuhold, trompetista de la corte real del emperador, le acogió como alumno.
Esta tarea debía desarrollarla en su tiempo libre y por ella se le añadieron 150 florines a su salario.
Weidinger decidió compartir escenario con su hijo Joseph, de 10 años, ofertando un repertorio que implicaba diferentes trompetas.
Se basaba en un sistema similar a la flauta o el fagot.
Este avance le permitía desarrollar al completa la escala cromática, pero a costa de sus cualidades sonoras, en especial su brillo y potencia.
Pero presentaba algunas otras características, algunas le permitía unas inauditas posibilidades: tenía una tesitura de 2 octavas, podía tocar en cualquier tonalidad, modular adecuadamente, y sobre todo, cantar melodiosamente, especialmente en el registro grave “como un clarinete”.
Weidinger aprovechó la amistad con Haydn para solicitarle la composición de un concierto para su nuevo instrumento.
Así, en 1796 Haydn compone su Concierto para trompeta y orquesta en Mi bemol mayor, Hob.