Monte Cassino había sido saqueado por los lombardos y los monjes escaparon a Roma para buscar protección del Papa Pelagio II.
Antonino, sin embargo, se dirigió a Campania, y allí acabó en Castellammare di Stabia, donde era obispo San Catello.
Antonino se retiró al propio Monte Aureo y vivió en una gruta natural.
Antonino se convirtió en abad del monasterio benedictino de San Agripino, sucediendo a Bonifacio en este cargo.
También se le atribuyó haber salvado la ciudad de muchos peligros: una invasión naval morisca; la revuelta del líder sorrentino Giovanni Grillo contra la dominación española, una posesión demoníaca, la peste bubónica, y el cólera.