Debió ofrecerle, según el biógrafo, unas clases magistrales aunque según las fuentes, fue más un cara a cara conociéndose y reconocer un nuevo talento y una amistad noble para toda la vida.
En 1919 regresó al regio coliseo para cantar la infrecuente ópera donizettiana Maria di Rohan.
Cantó en Nápoles y en Roma; en esta última ciudad se ganó el afecto de la exsoprano Emma Carelli y ésta, como gerente del Teatro Costanzi, le ayudó a Cortis en sus primeros años transalpinos.
[5] Fue trascendental su firma en 1924 del contrato con la Civic Opera de Chicago, a la que permanecerá ligado hasta 1932, ocho temporadas consecutivas.
Cortis comentará que Hackett, como tenor, no era capaz de descalzarse las botas.