[2] Estudió de manera autodidacta medicina, farmacia, botánica y teología hasta que en 1741 se graduó en Artes y más tarde se doctoró en Teología.
Perteneció como académico correspondiente a las sociedades médicas de Sevilla, Madrid y Oporto.
[2] Recibió elogios de José Cervi, Martín Martínez y Benito Jerónimo Feijoo, mientras que a su doctrina se opusieron Narciso Bonamich, Miguel Rodríguez y Francisco García Hernández.
[3] En su obra Palestra crítico-médica, publicada en seis volúmenes entre 1734 y 1749, ataca los sistemas médicos de la época y se muestra partidario de la experiencia frente al dogma.
[4] También escribió Nuevo aspecto de teología médico-moral —en cuatro tomos—, Reflexiones teológico-canónimo-médicas sobre el ayuno eclesiástico (Madrid, Manuel de Moya, 1748), Disertaciones físico-matemático-médicas sobre el gran problema de la respiración y modo de introducir los médicamentos por las venas (Madrid, Manuel Martín, 1760), Disertación apologética sobre el origen, disciplina, presbiterado y gobierno antiguo del orden monástico (Madrid, Imprenta Real de la Gaceta, 1766), Carta respuesta a un ilustre prelado sobre el feto monstruoso hallado poco ha en el vientre de una cabra (Madrid, 1753),[2] Tratado de teología y del derecho canónico (Madrid, 1760), Demostración de los fundamentos de la religión cristiana (Madrid, 1762) y Disertaciones de la regla de san Benito (Madrid, 1764).