Antonio Liñán y Verdugo

Poco se sabe sobre él, quizá porque, como sospecha poco fundadamente el padre Julián Zarco, su nombre es un pseudónimo del padre Alonso Remón.

Está escrita en forma de diálogo, en el que intervienen un maestro graduado en Artes y en Teología, en quien se ha querido ver al padre Fray Alonso Remón, un cortesano viejo y un caballero joven.

Posee una estructura de tipo boccacciano y en el relato se introducen cuentos y anécdotas que refieren los riesgos propios de la Corte.

Marcelino Menéndez Pelayo reputa a Liñán como un hábil novelista de segundo orden.

Es sin embargo un maestro precursor del costumbrismo madrileño y un excelente observador.