En su vocación artística pudo influir su tía, María Blanchard, establecida ya en París, pero sus inicios pictóricos tuvieron lugar siguiendo las enseñanzas de Fernando García Camoyano, un modesto pintor academicista, y su primera relación con las vanguardias se debe a sus contactos con escritores como Gerardo Diego y Federico García Lorca.
[1] Tras el paréntesis impuesto por la guerra estudió pintura en la Academia Julian y en la Grand Chaumière de París.
A pesar de sus notables diferencias estéticas, en 1948 expuso en Estocolmo y París con Pablo Picasso.
Tras una temporada en Estados Unidos volvió a Madrid en 1961 e instaló su estudio en el Paseo del Prado.
También, aunque fuese solo ocasionalmente, siguió pintando retratos (Juan Carlos I, Felipe Santullano, condesa de Cienfuegos).