Antonio de Montserrat

Cinco años más tarde le fue encomendada la misión de integrarse en la embajada que debía presentarse a la corte del rey Mogol Akbar, con el encargo específico de registrar todo lo que sucediera durante el viaje.

Este viaje le permitió al jesuita tomar contacto con buena parte de los territorios del Imperio, pudiendo visitar Delhi, el Himalaya, Himachal Pradesh, Cachemira, el Punjab y las estribaciones del Tíbet hasta el Afganistán.

Finalmente, un año más tarde, estos dos jesuitas fueron devueltos a Goa, tras el pago de un rescate.

En ella aparecen más de doscientos topónimos, accidentes geográficos resaltados en distintas tonalidades y coordenadas geográficas, reflejadas con sorprendente precisión, que tienen como referencia el ecuador, dibujando la línea del trópico de Cáncer con toda exactitud.

Además de la cordillera del Himalaya, en la parte norte se distinguen otras cadenas montañosas cuya disposición parece coincidir con el Karakorum, el Hindú Kush y el Pamir.

La exactitud del mapa y lo acertado de sus descripciones, es tal que mantendría su vigencia hasta hace relativamente poco tiempo.

El Gran Mogol Akbar no sospechó que el viaje del jesuita y sus escritos tuvieran un significado tan trascendental para Occidente.