Fue hijo del vizcaíno Domingo de Soloaga y la alavesa Ana Gil.
Se destacó por la austeridad que imprimió a sus actos de gobierno, así como a su rigurosa exigencia al clero para que enseñara rectamente la doctrina católica.
Corrigió en 1718 los excesos de los rosarios nocturnos; y en 1722 las exageraciones en los ornatos de gloria para los santos y el Niño Dios.
Falleció en su sede, a los 63 años de edad, habiendo gobernado siete.
Se dice que en 1735 su cuerpo fue hallado incorrupto.