[1] En 1980, obtiene el Premio Ciudad Santo Domingo, de Madrid, en su primera convocatoria, con Donde el amor se llama soledad, publicado en 1981 en la colección “Proa Cultural C.S.D.”, de Madrid.
[2] En 1982, en la Colección La Troje,[3] que edita el “Colectivo La Troje”, del que forma parte junto a los poetas y amigos, Sagrario Pinto, Alfredo J. Ramos Campos y Antonio Rubio, y el periodista Agustín Yanel, aparece Constancia de las lunas.
Dos años más tarde, por Del verbo y la penumbra, se le concede un accésit del Premio Adonais; libro que aparece en 1985, dentro de la colección de Ediciones Rialp.
A partir de este momento, y fundamentalmente por motivos laborales —durante treinta años ha trabajado en una entidad bancaria— su labor creadora pasa por largas temporadas de silencio, si bien algunos de los poemarios que escribe los da a conocer en pequeñas ediciones artesanales que él mismo confecciona y que reparte entre familiares y amigos.
Entre estas, cabría resaltar Jardín de luz (1996), Dédalo (1998) o Veinticinco poemas en Carmen (Nocturnos y variaciones) (1999).