Sin embargo, la popularidad del plato es un fenómeno reciente, desde quizá tan tarde como los años 1990.
[4] El mismo libro detalla la forma de preparación: las arañas se tiran a una mezcla de glutamato monosódico, azúcar y sal; se fríe ajo machacado en aceite y se añaden las arañas, friéndolas hasta que «las patas están casi completamente tiesas, momento en el cual el contenido del abdomen no está demasiado líquido».
[5] El sabor ha sido descrito como insulso, «bastante parecido a un cruce entre pollo y bacalao»,[1] con un contraste en textura del exterior crujiente con el interior tierno.
[1] Hay a quienes no les gusta el abdomen, ya que contiene una pasta marrón formada por órganos, posiblemente huevos, y excremento.
Algunos consideran al plato una delicia mientras otros recomiendan no comerlo.