Se enmarca dentro del bloque dialectal central del aragonés, y se trata una de las primeras variedades aragonesas en ser descritas, ya en el año 1899 por el filólogo francés Jean-Joseph Saroïhandy.
Posteriormente, en el primer tercio del siglo XX, los filólogos alemanes Fritz Krüger, Alwin Kuhn y Rudolf Wilmes estudiaron el dialecto aragonés del valle, y más recientemente autores como Chabier Tomás, Chusé Raúl Usón y Artur Quintana i Font, quienes han recopilado y organizado nuevas manifestaciones que demuestran el estado de degradación en que se ha sumido el habla local de estos valles con el paso de los últimos cien años.
Los derivados del locativo latino IBI adoptan en este dialecto las formas i (hi), ibi y be, no existiendo en él la forma ie que sí que se ha documentado en los valles orientales del Sobrarbe.
Las formas ibi e i aparecen siempre delante del verbo, y una o la otra dependiendo de si dicho verbo empieza por vocal o no, y de si la palabra que las precede también tiene alguna vocal por terminación o no: Aunque también hay algunas que se han adquirido por la presencia del castellano en la zona: toda y todas, para las palabras que alrededor de 1900 eran tota y totas.
Es revelador que el fenómeno solo ocurra de la misma manera en los dialectos pirenaicos del gascón.