El arco se empotró en uno de los muros del claustro a principios del siglo XIX, con motivo de una visita real a la ciudad.
Permanecería allí hasta 1989, cuando fue trasladado a Barcelona con motivo de la exposición Millenum.
Una vez terminada la exposición, ingresó como pieza del Museo Diocesano de Tarragona, donde se conserva actualmente.
Se sostiene sobre dos pequeñas columnas, con capiteles decoradas con hojas.
[3] Como elementos decorativos adicionales, el arco presenta una cenefa alrededor, realizada con motivos vegetales estilizados, así como una trenza en la parte superior.