Arkadi Shevchenko

Finalmente, en 1978 cortó todos sus lazos con la Unión Soviética y desertó a los Estados Unidos.

Su familia recién se volvería a reunir en 1944, cuando ya los nazis habían sido expulsados de Crimea.

Esta temprana exposición a la apertura y la libertad de la cultura occidental, fue un importante golpe para un joven e impresionable Shevchenko, quien hasta ese entonces había vivido toda su vida bajo el totalitario y represivo sistema soviético estalinista.

Finalmente se resentiría con las restricciones que le imponían sus superiores soviéticos, que le impedían llevar a cabo sus funciones como Secretario Adjunto de las Naciones Unidas de una manera idealmente imparcial y no sesgada.

Para 1975 ya había decidido secretamente que desertaría a Occidente en algún momento del futuro cercano.

Sin embargo, la CIA presionó a que continúe en su puesto con las Naciones Unidas, para que, desde ese puesto de alta jerarquía diplomática, les proporcionase información de primera línea sobre los planes (geo)políticos soviéticos a nivel internacional.

Aunque temeroso de las terribles consecuencias que le acarrearía ser descubierto por el muy duro e implacable KGB, renuentemente acordó colaborar con la CIA.

Durante los próximos tres años, se convertiría en efecto en un "doble agente" al servicio de los EE.

Sospechoso de la demanda, e intuyendo o dándose cuenta de que si volaba a Moscú tal vez nunca más se le permitiría volver a salir al extranjero (y eventualmente regresar a sus funciones dentro de las Naciones Unidas), llamó inmediatamente a su contacto con la CIA, exigiendo que se cumpliese con la antigua promesa de ésta otorgarle asilo político, cuando él se sintiese perseguido o lo suficientemente ansioso como para tomar esa irreversible decisión.

Esa tesis oficial sería luego confirmada por el general del KGB Oleg Kalugin, también posterior desertor a los EE. UU..

En 1985 publicó su autobiografía Breaking with Moscow,[2]​ la cual fue un éxito editorial, en un momento en el que, debido a la carrera armamentista reactivada por el presidente estadounidense Ronald Reagan, la Guerra Fría había escalado o se había "recalentado" (varios años después sería llamada "segunda GF" por algunos historiadores).