Su primer acercamiento a la música de avanzada no fue temático, sino instrumental.
Ahí no sólo se involucró con algunos jóvenes músicos que integraban un grupo llamado Mediabanda (Francisco Pato Zúñiga, Cristián Crisosto, Jaime Vivanco, Willy Valenzuela), sino que comenzó a estudiar técnicas de canto lírico con Lucía Gana y muy pronto con la primera maestra del canto popular, Inés Délano.
Su voz fue virtuosa en el scat melódico en composiciones como “Suite Recoleta”, “Perro chico malo” y “Godzilla”, pero también tuvo arranques roqueros como en “La historia no me convence, sólo me atraganta” y “Morbosadoquista”.
Arlette Jequier convirtió la voz en una herramienta de conducción del color musical mucho más que en una función narrativa textual.
Con ella, Fulano obtuvo triunfos en temas como “Sentimental blues”, “Lamentos” y la que probablemente haya sido la más grande interpretación de Jequier en toda esa historia, “Arañas de tribunal”.