Fue piloto comercial de LADE, FAMA, Aeroposta Argentina y jefe de pilotos en Aerolíneas Argentinas, pasando posteriormente por KLM, Transcontinental y finalizando su carrera en TAR.
Se destacó abriendo rutas por instrumento en la cordillera hacia y desde Chile siendo uno de los pioneros en el desarrollo de la aviación comercial privada en la Argentina.
Sin empleo y por ende su familia pasando un mal momento, instala un pequeño taller mecánico y comienza a recorrer la Patagonia como mecánico de estancias, reparando motores de esquila, automóviles Ford T, calderas y todo lo que requiriese de sus servicios.
Fue así como Armando desarrolló desde muy niño una gran habilidad e ingenio en esa profesión.
Armando comenzó a amar la aviación desde niño, a partir de la admiración que en él despertaban los pioneros de los cielos patagónicos, a los que veía llegar periódicamente al pueblo en los aviones Late 25 de la Aeropostal Francesa, que traían la correspondencia y hasta cinco pasajeros que tuviesen la osadía de volar en ellos.