[4] El monasterio de Arouca impresionó a José Saramago tanto como para dedicarle en su Viaje a Portugal[5] una descripción que ocupa página y media y que resumimos a continuación: Hay también un órgano setecentista [...] En esta tumba de ébano, plata y bronce se encuentra el cuerpo momificado, es decir, incorrupto, de la Beata Mafalda, también aquí llamada Reina Santa Mafalda.[...]
El museo está en el primer piso y tiene maravillas abundantes, tanto en escultura como en pintura.
Y hay unas magníficas esculturas góticas, estas de madera, que representan santos.
Excelente es también la colección de pintura, y aunque el viajero sea particularmente desafecto a los convencionalismos setecentistas, encuentra curioso el enguirlanado figurativo y la retórica figurativa en estas pinturas anónimas que pretenden ilustrar un milagro de la Beata Mafalda [...] Pero donde se clavan los ojos es en las ocho tablas cuatrocentistas que ilustran escenas de la Pasión.
[...] Todo esto es muy hermoso, los tapices, el Santo Tomé manierista de Diogo Teixeira, los exvotos populares[...] los libros en pergamino iluminados, las platas [...] Frente al monasterio se levanta el pelourinho, símbolo de la antigua jurisdicción municipal, con fuste cilíndrico, capitel simple y coronado por una esfera armilar, añadido posterior al remate primitivo, compuesto por el capitel con dos escudos reales.