Los santuarios o templos que coronaban las pirámides no resistieron el paso del tiempo; el estudio de arqueólogos e historiadores sobre las ruinas actuales hace suponer que eran edificios oscuros y estrechos, concebidos para ser contemplados y ser testigos de ceremonias religiosas, pero nunca para ser vividos.
En los patios se han encontrado vestigios de altares ceremoniales destinados al culto religioso íntimo y privado.
Se utilizó el cemento teotihuacano formado por una mezcla de piedra volcánica molida y lodo para recubrir los edificios.
Tanto la cimentación como los basamentos estudiados en Atetelco fueron construidos con el llamado tepetate, una roca típica del subsuelo de la región.
La madera era muy utilizada para pilastras y jambas de las puertas (característico del Patio Pintado, edificio cuidadosamente estudiado).