El barroco andino, también llamado arquitectura mestiza, fue un movimiento artístico desarrollado en el virreinato del Perú entre 1680 y 1780.
Inspirado en el barroco europeo, se caracteriza por su riqueza ornamental y su audaz reinterpretación estética.
Su manifestación más destacada se encuentra en la arquitectura religiosa, donde los artesanos indígenas incorporaron elementos propios, otorgándole un sello distintivo, al igual que ocurrió en el barroco novohispano.
Debido a este crecimiento poblacional monumental se da el mestizaje entre la cultura europea y la andina creando manifestaciones artísticas como las antes mencionadas.
En aspectos religiosos, como fue ser devota a la Iglesia católica, la cual era la religión que e ellos apoyaban, adorando a un solo Dios; y sustentar ideas aun sin comprenderlas; para expresarse, debió también adoptar formas artísticas que no les representaban.
[5] En estas circunstancias fue que se desarrolló el arte barroco, durante el siglo XVII al XVIII, y como el Barroco estaba en su auge en España en ese momento, eso fue lo que los españoles trajeron durante la conquista, implementando este tipo de arte a una cultura aborigen, mediante las pinturas.
En los países que tomo bastante relevancia este tipo de iglesias fue en Perú, Ecuador, Colombia y México.
La catedral de Puno recoge elementos iconográficos como sirenas, pumas, papayas y algún mono e incluso el charango.
El lago Titicaca fue nombrado en honor al puma, Titi, en lengua aimara, debido a su forma.
Las características que denotan la raigambre indígena en el arte andino quiteño son: La arquitectura barroca quiteña se da gracias a la influencia europea durante la colonización dado que tenían como objetivo expandir la fe por todo el territorio como un método pasivo de conquista.